SESIONES DE CUARENTENA TOMO 1, UNA SERIE DE RELATOS.

Imagen: Freepik - Stories


¡Hemos vuelto! si, esto lo he dicho una y otra vez, pero es verdad, hemos vuelto a escribir, ya muchos se han podido conectar con nuestros podcast y han podido ver el avance tan grande que hemos tenido en estos últimos meses, de hecho, este año lanzamos la segunda temporada, que lleva hasta ahora 3 capítulos, de los 10 que se han planeado, y esto nos hace muy felices. 

Sin embargo, el ejercicio de la escritura se hace bastante necesario, sobre todo en este momento donde necesitamos hablar, entendernos, escucharnos y leernos. Conocer todo eso que nos está pasando pero desde una forma más humana, y es por eso que, con ayuda de algunos amigos, damos paso a esta serie de escritos y relatos de la vida en cuarentena, desde una percepción muy personal y bastante íntima.

Nuestro primer escrito, no tiene nombre, es un bello texto escrito por Jonatan Lopera, aka (Jona) lo puedes ver y seguir en redes pinchando este LINK.
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No sé en qué momento pasé de pensar en las cosas elementales a lo que normalizó el mundo y perdí mi libertad al inmiscuirme en la misma dinámica que muchas veces he criticado, esa que carece de lo esencial, me dirán muchos que lo esencial es una mera interpretación de las cosas, que quien puede saber cuáles son las cosas esenciales, y es que entre tantos ires y venires, entre tanto discurso, entre tantas construcciones sociales resulta difícil entender cuáles son las cosas que realmente son básicas en la vida y cuáles en realidad resultan siendo espejismos de la interpretación. Como sociedad (y aún desconozco la razón) nos hemos esforzado por crear una nube de circunstancias, ideales, falsos sueños, apariencias y cosas irrelevantes disfrazadas de una fantasía de realidad.

Hoy estoy abrumado leyendo sobre neoliberalismo, capitalismo, socialismo, comunismo “imperio patriarco-colonial”, hombre blanco cis género privilegiado y patriarcal, hombre negro racializado, y cantidad de definiciones de un lado y del otro que me pregunto si lo que hacen no es más que exacerbar esa mala costumbre de etiquetar y de señalar a través del odio y por consecuencia de excluir, que tanto queremos erradicar y con tanto empeño deseamos desaparecer, “debemos ser más amables que la sociedad en la que crecimos” con esto pienso que por un lado y lastimosamente también por el otro, seguimos sin entender lo esencial y lo básico, que realmente solo merecemos una etiqueta que nos define como especie, Humanos, así sin más.

Hace un tiempo sin necesidad de esta pandemia, pero hoy más con ocasión de ella reflexiono sobre en qué momento deje de ser para parecer, para aparentar ser y en qué momento me obnubile y empecé a perseguir y a correr detrás de esta bola “indetenible” que hoy nos ha quedado claro que solo requerimos de un propósito superior para que en realidad se detenga, solo se necesita de voluntad, de decisiones, de acuerdos que en muchos casos se quedan en negligencias burocráticas de quien cree que el show debe continuar; pero también me quedó claro al menos a mí, que hace falta desvestirme y despojarme del imaginario de vida que otros pensaron y nos vendieron como la correcta, que hace falta entender de qué somos parte, a qué pertenecemos y no creo que sea exactamente al sistema económico que hoy hace énfasis sobre las desigualdades, que se alimenta de ellas y que no quiere por ningún motivo que dejemos de pensar en lo bueno que es esto o en lo poco que podemos hacer para erradicarlas.

Comprendí también que fuimos demasiado lejos, que nos creemos hoy omnipotentes y omnipresentes, que nos pensamos como un ser superior a la naturaleza, a la que ni siquiera entendemos, tratamos de dominarla sin comprender que nuestras acciones para herirla, esta misma nos las devuelve con la fuerza y la contundencia de quien en realidad nos domina, quisiera pensar hoy que entendimos cuál es realmente nuestro lugar en el mundo, que somos tan pequeños que algo diminuto nos confronta y usurpa el poder que pensamos tener, quisiera pensar que hoy entendimos que nuestra tarea más que reconstruir de nuevo un sistema económico próspero es recuperar nuestra hermandad con la naturaleza y la naturaleza somos nosotros mismos, así que resulta necesario recuperar la hermandad con el otro, el que es mi par y mi semejante.

He leído, escuchado y hablado sobre la incertidumbre de no entender que va a pasar, unos dicen que debemos seguir iguales, otros que es nuestra oportunidad ideal para cambiar, y al parecer nadie lo sabe, nadie sabe que va a pasar, y cuando leo, escucho o hablo del tema siempre pienso de donde nace la incertidumbre y es porque sentimos el cambio como responsabilidad de otros, pero y si de pronto es mi responsabilidad, si acaso la responsabilidad no es de la grandes empresas, de los gobiernos, y más bien hacemos un acto revolucionario de cambiar nosotros y tal vez la suma de tantos cambios puede hacer un efecto que marque una nueva época, una nueva realidad que se alimente no de los espejismos del consumo sino de las realidades de lo básico.

Particularmente no se si emocionarme o abrumarme con tantos mensajes que giran alrededor de la necesidad de un cambio, de una vuelta a las cosas esenciales, y no sé si lo uno o lo otro porque por un lado me emociona el hecho de pensar que muchas más personas hoy emergen desde las sombras de la dinámica actual, para decir lo que venimos pensando muchos hace rato, pero por otro lado me abruma la idea de pensar que si nada pasara, habremos perdido todos una oportunidad valiosa de poner las cosas en orden, en el lugar que corresponde y que por más que surga quien me pregunte cuáles son realmente las cosas esenciales y si lo esencial no es una mera interpretación de las circunstancias, yo diré que cada uno realmente conoce cuáles son y que esta pandemia las ha puesto al descubierto.


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